Laura Ramírez, in memoriam.
Laura Ramírez Palacio (Medellín, Colombia, 1988 – Madrid, España, 2022)
La lección de Laura
De la tierra nos llega el imperativo de cuidarla bien, es decir, de tratarla con esmero
Byung-Chul Han
Laura Ramírez Palacio, Bolsas luminosas II, 2020.
No es frecuente tener que enfrentarse a la dolorosa tarea de escribir una semblanza de una persona que deja este mundo siendo aún tan joven. Tampoco lo es que una mujer discreta irradie tanta fortaleza como para afectar y cambiar su entorno. En la ceremonia de despedida de Laura, su padre nos pidió a los asistentes que mantuviéramos viva su memoria mediante la transmisión a nuestros allegados de los valores que consideráramos importantes para la mejora de nuestro mundo. Este mundo puede ser tan inabarcable como el planeta o tan concreto como un contexto académico. Así, aunque cabría hablar de las lecciones que recibimos de la Laura artista y de la Laura amiga, recordaremos aquí solamente algunas de las de la Laura compañera investigadora, que tanto contribuyó, desde su trabajo académico, pero también como creadora del diseño de nuestra web y logotipos, al grupo de investigación Devisiones.
Uno de los últimos libros que nos había recomendado fue Loa a la tierra. Un viaje al jardín de Byung-Chul Han. En esta obra, el filósofo relata su propósito de practicar a diario la jardinería, el tiempo que le ha dedicado, las vicisitudes que ha atravesado y lo que ha aprendido en el proceso. La intención expresa de Han, al comenzar su jardín, fue dedicar su esfuerzo a que floreciera en invierno, lo que le llevó a buscar, investigar, plantar y cuidar las plantas de floración invernal, las que crecen en las condiciones más adversas. Más allá de las identificaciones metodológicas, y también poéticas, que pueden darse entre la jardinería y la investigación, queremos recordar, en relación a Laura, cómo la materia de estudio elegida para cultivarse debe tratarse con particular esmero por su fragilidad. En su caso, esta planta invernal trataba sobre la creación y circulación de imaginarios sobre la infancia que se dieron en los procesos revolucionarios en El Salvador y en Nicaragua, a lo largo de los años ochenta.
Al poner el foco en las formas en que se usaron las imágenes (romantizadas) de los niños y niñas combatientes en las luchas centroamericanas, Laura encontró una llave para mostrar la sospecha que debe guiarnos en el estudio de la historia, incluso en el de los proyectos revolucionarios más utópicos y solidarios, y realizó un modélico ejercicio de escritura a contrapelo. Este recorrido ponía en evidencia, por un lado, cómo el reclutamiento infantil había sido una práctica habitual en la historia. En este sentido, el hacer re-caer nuestra mirada sobre el niño protagonista de la célebre pintura Libertad guiando al pueblo, hizo que nuestra visión de la misma se desplazara definitivamente desde toda su impostada heroicidad hacia la vulnerabilidad e inconsciencia del niño que enarbola el arma, sujeto de una violencia que había sido innegable a lo largo del tiempo.
Por otro lado, la investigación de Laura se esforzaba en apuntar hacia la violencia simbólica que se genera en la instrumentalización a la que los niños y niñas son expuestos en las imágenes de guerra y que los lleva a una doble victimización, una llamada de atención que afecta, en ocasiones, a la propia profesión de historiadoras e investigadoras de las imágenes. En este punto, Laura nos recordaba la importancia de los intentos de la superación y reparación de ambas violencias, la real y la simbólica, en el derecho internacional, en concreto en la Convención de los Derechos de los Niños. La lección que Laura Ramírez Palacio nos dejó parte de la fragilidad de su ámbito de estudio, pero se proyecta más allá de sí misma para enseñarnos las implicaciones éticas y la empatía radical que deben sostener esta delicada labor de cultivo. Sabemos, Laura, que tu tierra creará nuevos jardines.
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