Publicación del libro "El reverso de la censura" (CENDEAC), de Lidia Mateo Leivas
Durante el tardofranquismo, grupos de jóvenes empezaron a registrar imágenes en 16mm de lo que sucedía a su alrededor. Empuñando sus cámaras, entraron en fábricas, documentaron huelgas, fueron a barracones y barrios, grabaron manifestaciones y dejaron constancia de la represión policial a estas movilizaciones. Además, se agruparon en colectivos a través de los que autogestionaron sus propias estructuras de producción y difusión al margen de la industria y sin “pasar por censura”. De este modo, se trató de prácticas cinematográficas realizadas en clandestinidad que se enfrentaron al régimen (de visibilidad) franquista. Sin embargo, la clandestinidad no siempre significó ocultarse, sino que también suponía exponerse a modo de desafío y como parte de una estrategia de lucha política que se daba en el plano de lo sensible, y en el que la potencia de la clandestinidad era precisamente su condición fronteriza entre lo visible y lo invisible, lo legal y lo ilegal, lo posible y lo que no. Su objetivo fue entonces mostrar muchas de las realidades que el cine, la tv y el NO-DO excluían de la circulación oficial de las imágenes: la organización del pueblo, la represión del Estado, así como las memorias de la Guerra que emergieron en la transición y que, poco a poco, fueron conformando un valioso archivo de imágenes-testimonio.
La forma en la que trabajaban estos grupos revela que éste no fue sólo un cine de contenido político, sino que puso la política en acción. Esta acción también incluía la necesidad colectiva de producir imágenes que además dejaran un registro de lo memorable. Desde esa intuición contrainformativa y de archivo hasta los efectos que tuvo en las personas que asistieron a proyecciones clandestinas, este libro recorre las diferentes facetas de una práctica cinematográfica olvidada, pero clave para entender los imaginarios de una época cuya narrativa sigue hoy en disputa.
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